Elon Musk es un fascista. Un fascista con todas las letras. F-A-S-C-I-S-T-A. Por si tienen alguna duda, ahí están las imágenes del hombre más rico del mundo celebrando con el saludo fascista la investidura de Donald Trump. Otro fascista, por cierto. Si teclean en Google «Elon Musk + fascista», verán que el buscador devuelve más de 30 millones de resultados en todos los idiomas posibles. Musk es un fascist, un fasciste, un faistické, un faschistisch de toda la vida. Si buscan además en X, encontrarán a cientos de miles de antifascistas llamando fascista a Musk en su propia red social, la más fascista del momento.Y lo peor es que Elon Musk no está solo. No sólo él y Trump son un par de peligrosos fascistas al frente de la mayor potencia del planeta. Hemos visto en las últimas horas desfilar por el guateque de Washington a personajes como Javier Milei, Giorgia Meloni o Santiago Abascal. ¡Fascistas los tres! Pero también a Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Rupert Murdoch. ¡Malditos fascistas! Estaba hasta George Bush, que un poco facha también era, para qué negarlo.En fin, estamos rodeados. Repasen las noticias, las tertulias, los debates en cualquier parlamento del mundo ahora mismo. Echen un ojo a cualquier gresca en cualquier red social. Hashtag fascismo. Todo son hoy señales inequívocas de una amenaza real. Feijóo es un fascista, pero Pedro Sánchez también. ¿Qué me dicen de Ayuso? Todo depende de quién saque a pasear el dedo acusador. Hasta a Pablo Iglesias le llamaron fascista en aquellos tiempos en los que él llamaba fascista a todo quisqui.La lista es interminable. Los jueces son fascistas, la Policía también, el Real Madrid es un club fascista, los indepes catalanes más todavía y los toros ni te cuento. Hoy las feministas son feminazis y, por tener, tenemos hasta chalecos fachas. ¿Y Pablo Motos, qué? ¿Hay alguien más fascista ahora mismo que Pablo Motos? Quizás les parezca que este reportaje frivoliza con el fascismo, pero al fin y al cabo, qué es este periódico sino otro medio al servicio del fascismo. Del periodista que lo firma ni hablamos…Toda esta avalancha de fascismo transversal viene a cuento de la publicación de un breve ensayo titulado Un detalle siniestro en el uso de la palabra fascismo (Anagrama) que se sumerge justo en este fenómeno: en el uso y abuso del fascismo como insulto en estos tiempos de polarización salvaje. Su autor se llama Santiago Gerchunoff, nació en Buenos Aires pero vive en Madrid desde 1997 y es profesor de Teoría Política en la Universidad Carlos III. Y antes de que empecemos todos a llamarle fascista, hay que aclarar que su tesis -igual que este reportaje- no pretende dilucidar si Musk, Trump o Trancas y Barrancas son o no realmente personajes irremediablemente fascistas, sino por qué nos resulta tan tentador colgarles esa etiqueta del pescuezo.«Incluso si Mussolini refundase un partido fascista, esta vez trasnacional, y construyera un robot gigante y brutal llam